
El riesgo de enfermedades transmitidas por garrapatas comienza a aumentar nuevamente en otoño. Estos diminutos parásitos chupadores de sangre de la familia de los arácnidos viven en arbustos y en el borde del bosque, donde esperan a los hospedadores para engancharse. Aunque la picadura de garrapata suele ser indolora debido a su saliva anestésica, pueden transmitir patógenos. Afortunadamente, la encefalitis primavero-veraniega (FSME) no está presente en España, pero sí la enfermedad de Lyme, transmitida por bacterias.
Es importante quitar las garrapatas correctamente para prevenir la transmisión de patógenos. Para ello, la garrapata debe agarrarse cerca de la piel con pinzas de punta fina o un removedor de garrapatas y extraerse en línea recta. Se debe evitar aplastar la garrapata, ya que esto puede facilitar la transmisión de patógenos. Después de quitar la garrapata, se debe desinfectar el lugar de la picadura y, si hay preocupaciones sobre restos del insecto, deben ser retirados por un médico.
Es aconsejable monitorear el sitio después de una picadura de garrapata y buscar ayuda médica si hay signos de enrojecimiento u otros síntomas. Una enfermedad de Lyme tratada tempranamente suele tener un curso leve. El tratamiento consiste principalmente en la administración de antibióticos. Dado que no hay vacuna contra la enfermedad de Lyme, es recomendable evitar las picaduras de garrapatas mediante medidas como repelentes de insectos. Los niños deben ser revisados en busca de garrapatas despues de cualquier paseo por el bosque.
